Un laboratorio para pensar el pensamiento

Por Antonio Célico, primavera 2012

 

Durante 8 días intensivos, en el marco de un espacio-tiempo recortado y condensando, El Baldío Teatro atravesó su tradición con miradas y experiencias de distintos maestros y artistas.

En el mes de julio realizamos la primera sesión del Laboratorio Teatral Internacional (LTI) de El Baldío Teatro. Algo que durante años quisimos hacer pero que nunca supimos como desarrollar en forma complementaria con el El Séptimo, si complicar sus tareas.
Entendemos que hoy hemos logrado ese equilibrio. Mientras las actividades Séptimo siguen abriendo preguntas que son enfrentadas (de distinta manera, por supuesto) por coordinadores y participantes, el LTI manifiesta y expresa nuestros conocimientos al momento presente, poniéndolos en juego junto a otras miradas docentes de diversos grupos y lugares.
El laboratorio, entonces, generó un espacio-tiempo recortado y condensado donde transitaron miradas diferentes alrededor del entrenamiento del actor, el proceso creador, la relación director-actor, los niveles de dramaturgia y los múltiples sentidos de nuestra tarea.
De esta forma, el trabajo abordó la idea del cuerpo, entendiéndolo como una complejidad llena de movimientos, dinámicas… pensamientos. Comprendiendo al entrenamiento como una tarea que atraviesa lo físico para modificar el pensamiento hacia un camino hecho a saltos cambiantes.
Entrenamiento o training. Palabras que han sido decisivas en la conformación teatral del Siglo XX, pero que se han difuminado en ambientes múltiples y confusos según nuestra visión. A diario llegan los anuncios de jornadas ligadas al entrenamiento, con un sesgo excesivamente físico. Esto no significa que esté mal, sólo que nada tiene que ver con aquello que hacemos y sigue agregando problemas a los que ya tienen las denominaciones teatrales de los últimos cincuenta años.
La búsqueda es siempre la construcción de un pensamiento en acción, que es excepcional en la vida, pero que debe ser permanente en la escena dada su capacidad de construir presente. Su carácter excepcional deriva de su costo energético y característica, por ejemplo, los momentos de actividad sexual o deportivos.
El proceso de formación y preparación del actor, juega con la decidida intención de enfrentar aquello que la cultura ha construido en nosotros. De ahí su intensidad y dureza, no por lo físico, ni por lo aeróbico ni anaeróbico sino porque atraviesa el cliché de lo cotidiano golpeando el pensamiento en primer lugar.
Por último, ¿cómo se traduce dicho camino con sus respuestas en el momento de la escena? Hemos confirmado que el entrenamiento abre una sabiduría del funcionamiento dinámico que facilita el trabajo sobre la misma. Durante ella el conocimiento dinámico conecta con las “imágenes” del pensamiento en acción, a diferencia de las “ideas” del pensamiento cotidiano. Entonces, reafirmamos que el proceso creador de ser un acto de traición, a diferencia de las leyes que reglamentan el entrenamiento pre-expresivo, viejo secreto del pasaje de uno al otro.
Así lo hicimos y lo pusimos en juego con la organización dramatúrgica de Arístides y la mirada escénica de Charo. Allí sumamos los cajones del Pata Corbani, las canciones de Miriam de Luca, las miradas de Diego de la Hoz (Espacio Libre – Perú) o Armando Madero (La Cordura del Copete y El Séptimo). Un laboratorio fuertemente latinoamericano, que arribó para quedarse.